lunes, 31 de mayo de 2010

Bagheera Jungle Club

Sábado, 19 de diciembre. Toca regresar a casa y el viaje es tranquilo y bello, acompañados por la nieve que, como una alfombra, lo cubre todo. La carretera, sin embargo, está en perfectas condiciones y el viaje transcurre sin problemas. Esa noche tenemos una cita en el Bagheera Jungle Club. Es una cita esperada. Nuestros amigos Laura y Héctor se han encargado de hacer un perfecto trabajo de promoción y parece que la cosa promete y han creado una expectación entre sus amigos a la que esperamos responder. Una de las cosas que más pueden llenar de satisfacción a un artista es ver como la gente canta tus canciones, se sabe las letras y las corea como si fueran suyas; esa noche nos llevamos una sorpresa mayúscula. Cuando llega el momento del concierto la sala tiene un aspecto de lo más motivador. Mucha gente y mucha expectación. Llega el momento de quitarse la espinita del día anterior. Salimos con muchas ganas y desde las primeras notas de “Bienvenidos a mi mundo” nos damos cuenta de que el concierto va a ser muy especial y divertido. Hay un grupo muy nutrido que tararea todas las canciones del disco, de arriba a abajo y Ramonet y yo nos miramos sorprendidos por algo que nos pilla totalmente desprevenidos. Supongo que el trabajo empieza a dar sus frutos, sobretodo en casa, y la gente conoce ya los temas del disco, sobretodo, e incluso algunos de los nuevos. Nos sorprende escuchar el estribillo de “Flor de bar” o el de “Todo me recuerda a ti” en boca de gran parte del público. Es un concierto sencillo, agradecido, en el que el trabajo resulta fácil y gratificante. Disfrutamos de cada nota y de la sensación de que cualquier cosa que hagamos funcionará, eso nos da alas. Nos atrevemos con el “I´m yours” de Jason Mraz, un tema que me pone de muy buen rollo y que pone a todo el mundo a bailar. Ya en el bis disfruto como un niño con “Si supieras” y nos guardamos “Malacabeza” como plato fuerte. El coro es demoledor, todo el mundo lo canta y se nota la felicidad y la distensión en la cara de todos, nosotros incluidos. Como no, terminamos con “Todo va a salir bien” y un final pletórico, enérgico y llevados en volandas por la gente que se conjura con nosotros para que el 2010, que ya llega, nos vaya a todos mucho mejor que este 2009, aunque es justo decir que a nosotros no se nos ha dado nada mal. Gracias por una noche que nos devuelve la fe en lo que estamos haciendo, aunque, siendo justos, nada, ni siquiera los malos momentos, nos la ha hecho perder nunca. Joel Reyes

martes, 25 de mayo de 2010

La Campana de los perdidos, 2ª parte

El viernes, 18 de diciembre, nos permite, por una vez, disfrutar de la ciudad. Paseamos sin rumbo fijo y disfrutamos de una ciudad viva, alegre e imbuida por el espíritu forzado de la navidad. Todos como locos a comprar por obra y gracia de los grandes almacenes. Robots programados para seguir las órdenes dictadas. Nosotros decidimos darnos un homenaje culinario y nos vamos a comer a un buffet libre japonés. Lo autoproclamamos nuestra comida de empresa. Que nos quiten lo bailao. Nos ponemos finos, comemos hasta reventar porque todo está de lujo. Creo que necesitamos una siesta. Hay consenso. En el camino nos encontramos con un sitio precioso: El Rock & Blues, una parada técnica para un café y conseguir el contacto para futuras visitas. Prometemos regresar tras el concierto para tomar una copa. Seguimos sacando partido al hotel y se nos va la tarde vagueando. Vamos a la Campana a chequear y después a picar algo. Hay saturación del atracón del mediodía. Llega el momento de la actuación y nos llevamos la primera de toda la gira. No ha entrado nadie. Apuramos el reloj y Rodo decide suspender. No, no es justo, ni para él ni para nosotros. No es justo que la gente que apuesta por la música de esa manera no tenga más respuesta por parte de la clientela. Es una noche triste, pero es justo contar también estas cosas, podríamos decir que estuvo genial pero no engañaríamos a nadie más que a nosotros mismos, y esto es un diario de gira que pretende enseñar lo bonito y lo menos bonito de la vida de un par de músicos que se dejan los huevos por hacer aquello que les hace felices. De estos también se aprende. Nos tomamos un par de copas con Rodo y se une Miguel Ángel, uno de los que asistió el día anterior y que por una afortunada desgracia no ha podido llegar a tiempo. Un autobús ha atropellado a su hijo, pero afortunadamente todo ha sido un susto sin consecuencias, a pesar de lo rotundo del hecho. Es un buen motivo para brindar, por su hijo, por la música, por los románticos y por la bendita locura que hace que sigamos al pie del cañón, pese a quien pese, caiga quien caiga, a pesar de esto, a pesar de todo. Como lo prometido es deuda, nos vamos a tomar la última al Rock & Blues y la última se convierte en unas cuantas. Conocemos a Gabi y Carlos, músicos, como no, y la cosa se complica. Acabamos cerrando el bar pero lo pasamos de lujo. Prometemos que la próxima visita será en ese bar y quien sabe, tal vez con Gabi a la guitarra y Carlos a la batería. Queda pendiente y me da que la cosa funcionaría, somos cuatro locos valientes o cuatro irresponsables y nos atrevemos con todo. Al tiempo. La noche, a pesar de todo o gracias a ello, volvió a valer mucho la pena. Volveremos, Zaragoza, no lo dudes. Joel Reyes.

lunes, 10 de mayo de 2010

La Campana de los perdidos

El jueves 17 de diciembre emprendemos viaje hacia Zaragoza, tenemos dos días seguidos en La campana de los perdidos, mi primo Juantón me recomendó el lugar y me abrió las puertas, Rodo creyó en él y en nosotros y hacia allí que vamos. La situación del lugar es inmejorable, El Pilar nos vigila a nuestra llegada, estamos en el casco viejo y cuando llegamos al lugar alucinamos. Sencillamente precioso. Piedra, historia, calidez, ladrillo. Una especie de cueva creada por y para la cultura y un guardián que demuestra defenderla con uñas y dientes: Rodo. Tras una prueba de sonido rápida e impecable salimos a dar una vuelta para situarnos y picar algo. Tenemos dos noches de hotel pagadas y eso es una novedad dentro de esta gira. Vamos a echar un ojo al hotel y nos sorprende muy gratamente. Está a apenas un minutos del local y es de lo más acogedor. Incluso Frankie dormirá hoy calentito. Cuando uno está acostumbrado a improvisar, lo que debería ser normal se convierte en extraordinario y es, cuanto menos, curioso. La gente te imagina durmiendo en hoteles de lujo, viajando en avión o AVE y comiendo en restaurantes caros. No, eso lo hacen otros de momento, pero eso nos otorga más romanticismo y experiencias más ricas, sin duda. La comodidad facilita las cosas pero resta lecciones de vida y adaptabilidad. Cómo me enrollo. En fin, suena Quique Gonzalez mientras escribo esta crónica, pega. Me gusta mucho este disco, sabe a noche, humo, desengaños, mujeres y rocanrol, es nocturno y melancólico. Me imagino solo en un piano bar, mirando el vaso, jugando con el hielo y escuchando estas canciones. Sigo divagando. Volvamos a Zaragoza. Llega el momento del concierto y somos poquitos, hay que empezar. La que están han venido a escuchar y decidimos hacer un concierto acorde con la noche. Arrancamos con “Extraña forma de querer”, uno de los temas nuevos con una de las letras nuevas de las que más orgulloso me siento. Leía el otro día que las mejores canciones son las que dicen algo que vale la pena recordar, que pueden hablar de mí, de ti o de cualquiera y me atrevo a decir que esta canción es una de esas. Cuando alguien te dice que se siente identificado ya se ha cumplido el objetivo y eso ya ha ocurrido. Estamos intimistas y el concierto se convierte en un ejercicio de desnudez emocional, el ambiente acompaña y los asistentes demandan medicina para el alma, redención y palabras de esas que a uno le gustaría decir. El concierto ha sido bonito, respetuoso y cómplice. Sorprendentemente se venden bastantes discos para la gente que ha habido, eso siempre es buena señal. Tras eso es momento de la última cerveza, no nos es fácil encontrar un sitio abierto, pero, como siempre, lo conseguimos. No hay ganas de mucho más. Hasta mañana. Joel Reyes.

domingo, 2 de mayo de 2010

El Vagón

Lunes, 14 de diciembre. Parece que el invierno se ha decidido a llegar de verdad definitivamente y para comprobarlo partimos dirección Burgos. Hoy le toca el turno a El Vagón. Llegamos a Burgos y el frío castiga de lo lindo. Tenemos una entrevista en Onda Cero. Apenas 15 minutos escasos de entrevista y salimos dirección a El Vagón. El lugar está en el mirador del Castillo, tras unas cuantas vueltas conseguimos llegar al sitio, “Esme” ha decidido dejarnos solos. El lugar es precioso, un local que imita un antiguo vagón de tren y junto a él, un verdadero vagón que sirve de escenario en los meses de verano. Las vistas impresionan, se divisa todo Burgos con la Catedral como protagonista. El frío es aún más cortante debido a la altura pero vale la pena. Una vez en el local conocemos a Joaquín, un chaval de 69 años que se nos presenta diciendo que es un asiduo de los conciertos de El Vagón. Joaquín es de esas personas a las que vale la pena conocer, un “Bon vivant”. Se le ve vivido y ágil, audaz y avispado. Nos enseña fotos de muchas actuaciones y prometemos una los tres juntos al final del concierto. En la prueba tenemos algún que otro problema técnico por la ausencia de ídem, pero, como siempre, en el último momento, conseguimos que todo funcione como es debido. Cuando llega el momento de la actuación el ambiente es agradable, cálido y tenemos un público del que sospechamos que ha venido a escuchar. Atacamos los primeros temas y nuestra sospecha se confirma, el público es cómplice y se divierte y nosotros con ellos. Joaquín demuestra ser uno de los más jóvenes del lugar y no deja de bailar y hacer fotos. Siempre lo digo, la edad sólo se encuentra en el espíritu, alma, corazón o como cada cual quiera llamarlo, y Joaquín lo tiene muy joven. Lo pasamos bien y decidimos atacar alguna que otra versión. El concierto es un constante feedback con la gente y es precioso ver la nieve caer a través del cristal mientras haces aquello que más te gusta hacer. La actuación termina con todo el mundo viajando en el mismo tren, hoy hemos compartido vagón, música y vida. Una noche de frío en la que volvimos a encontrar calor. Tras el concierto la foto con Joaquín, alguna firma y unas copas para combatir la helada, esos si, con hielo. Salimos a disfrutar de la nieve como niños y disfrutamos de la vista y el momento. Ron y pizza, nieve y calor, noche de contrastes, noche de belleza. Nosotros vivimos de eso, nosotros moriríamos por eso. Gracias Oscar, gracias Joaquín, gracias Blanca. Gracias Burgos. Joel Reyes.