lunes, 25 de junio de 2012

Hoja en blanco




Joel y yo nos hemos propuesto mantener vivo este blog con una o dos entradas a la semana.

Joel suele escribir por placer, necesidad, terapia e intenta hacerlo como norma, es usual que tenga alguna entrada preparada de antemano, yo no, yo escribo cuando tengo algo que decir( o lo creo) o cuando toca hacerlo.

Y en esas estoy ahora, hace días que no publicamos nada y me enfrento a la hoja en blanco.

Ultimamente estoy componiendo después de bastante tiempo sin hacerlo, pero de manera natural, noto que tengo cosas que cantar y hay que hacer caso cuando eso sucede.

En mi caso y en el de otros muchos, aunque no hay normas ni fórmulas para escribir canciones, suele haber dos formas de escribir, o te sale vomitada del tirón o tienes una frase , una melodía de puta madre y hay que desarrollarla, terrible y fascinante momento.

La hoja en blanco se te antoja un espacio inabarcable, lleno de simas por donde caer irremisiblemente.

¿Como contar esa historia que tienes en la cabeza o explicar ese sentimiento, encontrar la frase adecuada siempre con ese nivel de exigencia que te conceden los años y las canciones a las espaldas?

Muchos compositores dicen que escriben para la gente, yo no, yo escribo exclusivamente para mi.

Es un momento muy íntimo y lo disfruto muchísimo, por supuesto que el fin es enseñarlas esperando que gusten y te llenan el ego cuando eso sucede.

Quiero decir que no pienso en que pueda gustar más o menos una canción, soy yo, juez y parte en esa tesitura y si no me convence a mí, jamás podría defenderla delante de nadie.

En fin, a lo tonto he cumplido el objetivo, la próxima vez quizá hable del tiempo...quien sabe?

Salud y camino...

Ramonet Reche

martes, 19 de junio de 2012

GANARSE LA VIDA

En febrero de este 2012 se han cumplido 20 años desde que el bendito veneno de la música entro en mis venas. En estos 20 años puedo presumir de llevar casi 15 de ellos viviendo o sobreviviendo de la música, unas épocas mejor y otras peor, pero disfrutando de lo que más me gusta hacer en esta vida. Por supuesto que he tenido que hacer mil trabajos diferentes en diferentes épocas de mi vida, pero siempre he tenido claro cual era mi oficio, mi profesión, aquello que amo y que siento que es lo que mejor hago.

A lo largo de este tiempo han sido muchas, muchísimas las ocasiones en que me han preguntado: “¿a qué te dedicas?”, a lo que yo he respondido, “soy músico”, a lo que mis diversos interlocutores han respondido, “no, no, que de qué te ganas la vida”. Siempre me ha indignado el que para muchísima gente, esta bendita profesión sea vista como un hobbie, un pasatiempo, o una manera de vivir “sin dar un palo al agua”, esa misma gente que luego idolatra a los “artistas de verdad”, es decir, a los que salen en la tele o suenan en las radiofórmulas. Hay una frase respecto a este oficio que siempre he dicho: “quien diga que la vida del músico es fácil no tiene ni puñetera idea, quien diga que hay vida mejor, tampoco”, eso si, apostillando que sea esta la vida que quieres vivir, con sus pros y sus contras, con sus defectos y sus virtudes, con lo que te da y con lo que te quita.

Yo no me gano la vida con la música, porque no tengo que ganarme una vida, mi vida es mía y no me la tengo que ganar. Desgraciadamente, nuestro vocabulario y nuestra forma de expresarnos condiciona nuestros actos y nuestra forma de afrontar la vida, y nuestro lenguaje está lleno de expresiones derivadas de la religión en la que, en mayor o menor medida, la gran mayoría hemos sido educados. Todos hemos escuchado mil veces esa retahíla de frases hechas asociadas al sufrimiento y a esa costumbre de tener que pagar peaje cristiano para ganarnos ciertos derechos a la felicidad y el placer, para “ganarnos la vida”, para ser merecedores de ella. Esas frases y esa filosofía de vida, habitan, queramos o no, en nuestro inconsciente, y nos recuerdan que esta vida es poco menos que un penar salpicado de algún momento bueno y que disfrutar demasiado es poco menos que pecaminoso, algo que no está bien visto. ¿Cuántas veces hemos oído decir de tal o cual persona no hace más que “disfrutar de la vida” con tono desaprobador?.

Nos hemos creído que hay que ganarse el derecho a vivir, a disfrutar de ciertos momentos a cambio de estar jodido en muchos otros.

Nuestra vida ya es nuestra, no nos la tenemos que ganar, tan sólo tenemos que vivirla, disfrutarla, cada cual a su manera, ajeno a los prejuicios de los demás e intentando huir de los suyos propios. Si conseguimos eso, nos estaremos acercando al verdadero sentido de la vida, no al religioso (con todos mis respetos para el que quiera quedarse con ese), sino a aquel que dice que una vida plena es aquella que manda sobre sí misma, que da felicidad al que la vive y a aquellos que le acompañan en el camino.

En esas estamos.

Joel Reyes

martes, 12 de junio de 2012

Menguante


Domingo 10 de junio.

Esta mañana he salido a dar una vuelta, un paseo, a dejarme llevar en definitiva.

No recuerdo cuando fué la última vez que lo hice, desde que llegué a Madrid hace unos cuatro años que no vagaba sin rumbo, siempre me dirigía hacia algún sitio, con prisa por llegar, a veces, muy a menudo, a ningún lado.

Tenía que ser aquí en Lanzarote donde ocurriera de nuevo.
A menudo olvidamos, al menos yo lo hago, lo importante y necesario que es mirar hacia adentro para ver lo de afuera, hacer ese viaje introspectivo para ver que tal marchan las cosas en nuestro interior y desde luego esta isla y el momento son ideales para ello.Se me antoja curiosa la capacidad que tiene el mar para inducirnos a ese estado de calma y serenidad necesarios para ello.

No sé, será que nos sentimos pequeños frente a el, sin importancia, o será que siempre está ahí, imperturbable a nuestros ojos.


Cantaba Pedro Guerra( otro artista muy admirado por mí)que todo mengua a nuestros ojos cuando volvemos a los sitios de nuestra infancia, todo menos el mar que permanece inmenso e inabarcable.

En fin, séa como fuere, estoy contento de haber echado ese vistazo después de tanto tiempo, seguiremos informando.

Salud y camino...

RamonetReche

viernes, 8 de junio de 2012

LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO

Tal vez muchos no lo sepáis, pero una de mis pasiones desde que tenía 14 años, ha sido, y es, correr. De los 14 a los 19 años fui atleta federado y competía en el club de la ciudad que me vió nacer, el Club Natación Reus Ploms. Me gustaba muchísimo y se me daba bien, ganaba carreras y era una de las promesas del club, recuerdo que me apodaban “el inglés” por mis maneras sobre el tartán, pero una lesión de más de un año y medio me quitó un mucho de ilusión y me dio unas cuantas lecciones que me servirían para esa carrera de fondo que es la vida. Pasé de la noche a la mañana de niño mimado del entrenador al chico olvidado que entrenaba a diario sin apenas poder correr por el dolor. Eso me enseñó que cuando brillas es más fácil ser visto, pero que ese brillo no cambia tu condición, sólo te hace más visible, que la victorias enriquecen, pero que es en las derrotas donde se esconde la verdadera sabiduría de la vida, que hay que volar, lo más alto posible, pero también regresar a la tierra de vez en cuando para no olvidar nunca nuestra condición de mortales. El maestro Enrique Urquijo lo dijo mejor que nadie: “pero cómo explicar que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario”.

Esa experiencia me sirvió para nunca perder la perspectiva cuando cambié la pista por el escenario. El aplauso es adictivo, los focos te engrandecen a los ojos de los demás, pero sólo manteniendo los pies en la tierra puedes crecer y aprender a volar por ti mismo, sin depender de halago, del aplauso, sólo siendo agradecido y relativizando tus auges y caídas puedes crecer como persona, sabiendo que la vida no es más que una carrera de fondo, con momentos en los que te sientes capaz de todo y “pájaras” en las que las piernas te pesan y tu mente te grita que abandones.

Desde que llegué a las islas estoy saliendo a correr casi a diario, con el mar como compañero, y he vuelto a recordar porqué me gusta tanto este deporte.

Correr, como casi todos los deportes individuales de esfuerzo, es una metáfora de la vida, al igual que el ajedrez lo es de la guerra. Tú contra ti mismo, no dependes de nadie, sólo de tu capacidad, tu cuerpo, tus músculos, pero sobretodo tu mente, tus “no puedo más” contra tus “claro que puedes, házlo”, no importa lo rápido que vayas, sino poder más que los mensajes que tu mente te da cuando el cansancio hace mella en tus músculos, como ocurre en los malos momentos de la vida, siempre es la mente la que te hace seguir o frenarte dependiendo de tu actitud ante ese “cansancio”. Siempre hay una marcha escondida, siempre un poco más de fuerza, se trata de creerlo y hacerlo, o dejarse ir y abandonar, ahí radica la diferencia, y la experiencia me ha enseñado que la satisfacción posterior siempre compensa el esfuerzo. Siempre hay motivos para hacerlo y excusas para no hacerlo, tú eliges.

Dicen que aquel que consigue cosas imposibles lo hace porque no sabe que lo son, me quedo con eso. Los límites existen, por supuesto, pero solemos ser nosotros mismos el mayor de ellos.

Joel Reyes