miércoles, 13 de marzo de 2013

Seguimos

Hola amig@s,
llevamos unos días sin ofreceros noticias desde el estudio y quería tranquilizaros al respecto.

No hemos parado para nada, estamos apostando muy fuerte con este disco y necesitábamos desconectar unos días para coger perspectiva y preparar otras cosas relacionadas con el lanzamiento.

Es importante parar de vez en cuando para salir de la vorágine del trabajo y ver en que punto estás.

El disco está a punto de caramelo y ya tenemos el repertorio cerrado después de días de pelear las canciones, nos quedamos con lo que creemos que es mejor, hemos preferido sacrificar algunas canciones que nos tenían enamorados para ofreceros lo mejor de lo mejor, siempre bajo nuestro punto de vista, claro.

Así que esta semana volveremos a La Cocina a redondear un trabajo del que nos sentimos orgullosos, es un tópico pero es así, creo que estamos haciendo el mejor disco del grupo hasta la fecha, la producción de Miguel está siendo clave y ha hecho que las canciones crezcan hacia donde queríamos pero que a veces no sabíamos como hacerlas llegar.

Será un disco honesto en el cual hemos tratado de huir de lo obvio y probar cosas diferentes, no como pauta sino porque nos apetece y estamos disfrutando mucho.

Estamos deseando daros a conocer los temas y encontrarnos en los escenarios, pero como os he dicho, vamos a por todas así que nos vamos a tomar el tiempo necesario para prepararlo todo bien, sin prisa pero sin pausa.

Sabemos que estaréis allí y os damos de nuevo las gracias por creer en nosotros, no os defraudaremos.

Salud y camino...

Ramonet Reche

jueves, 7 de marzo de 2013

OLA KE ASE

Vale, como chiste tiene su gracia (al título, me refiero), yo también me reí la primera vez que me lo enviaron, pero es este un tema que, reconozco, puede levantar ampollas e incomodar a más de uno, así como suponerme algún pitido de oídos o guantazo dialéctico, pero es algo superior a mí y en los últimos días he asistido a tantos ejemplos, que no puedo ni quiero evitar dar mi opinión al respecto.

Dicen que nuestros actos nos definen, yo añadiría que nuestras palabras también lo hacen. Partiendo de la base que en la inmensa mayoría de los casos, hablamos de más (yo el primero), también hablamos mal y escribimos mucho, muchísimo peor.



Vivimos en el tiempo de internet: Facebook, Twitter, Whasapp, etc., el tiempo en que cualquiera puede decirle a su “churri” lo mucho que le “kiere”, opinar sobre cualquier tema, por muy truculento que sea o poner a parir al futbolista o famoso de turno en los programas de televisión. No parece importarnos la imagen que nuestra escritura da de nosotros. La falta de interés que muestra. El “éxito” de la ignorancia y la vulgaridad en televisión han hecho que muchos hagan bandera de ello y tachen las buenas formas como síntoma de arrogancia, prepotencia o pijerío.

Habrá quien opine que la forma no tiene nada que ver con el fondo, y estoy de acuerdo. Soy de los que piensan que no puedes utilizar una mala escritura como argumento para desprestigiar un buen razonamiento, pero si entiendo que esa mala escritura resta mucha credibilidad a nuestras palabras.

Creo que todos tenemos claro que hay mucha sabiduría en personas que jamás han tenido acceso a una educación “institucional”, pero si dice mucho de, si está en nuestras manos, el respeto por hacer bien o no las cosas. Hay muchas circunstancias que nos llevan a escribir mal. En mi opinión, tan sólo una debería tener algo de validez; la falta de oportunidad de haber tenido acceso a una educación, que en tiempo de nuestros padres podría tener más sentido, pero no hoy en día en el que (casi) todos tenemos acceso a una educación (la calidad y validez de la misma sería otro tema). El resto no cuela. Todos podemos, en mayor o menor medida, cometer faltas, pero de ahí a sodomizar constantemente y de la manera más gratuita el lenguaje, hay un trecho.



El argumento de defensa suele ser en muchas ocasiones el de “yo ejkrivo komo kiero”, cuando no el también muy manido “sé perfectamente cómo se escribe pero lo hago por abreviar o por las prisas”. Sí, vale, todos nos dejamos acentos o letras cuando escribimos por whasapp por ir más rápido, o por las prisas, pero de ahí a poner un “ola” como saludo, sin h, o cambiar b por v con total alegría va un camino muy largo, y el problema es el hábito y la duda que este provoca.

Obviamente, cada cual puede escribir como quiera o como pueda, no es un delito, sólo intento decir que cuidar el lenguaje es cuidar nuestro canal de comunicación y que este dice mucho de la sociedad que estamos construyendo entre todos.

Tengo buenos amigos profesores que ponen a diario toda su pasión y compromiso en hacer bien su trabajo y educar, que saben que el conocimiento es un arma muy poderosa, a pesar de todas las trabas que reciben por parte de nuestro “protector” sistema.

El cariño a la hora de escribir habla del cariño y la importancia que le damos a lo que somos y al valor de hacer las cosas de la mejor manera que sabemos. Y renunciar a nuestra educación y no darle valor nos hace más débiles y manejables, no querer verlo es un acto legítimo y libre, protestar por ello, también.

Joel Reyes

domingo, 3 de marzo de 2013

LA VERDAD

La verdad. Que rotundo suena, ¿verdad?. Hoy me ha dado por pensar en qué es eso que llamamos “la verdad” y que usamos tan alegremente en nuestro vocabulario habitual.

Hay gente que busca la verdad, y gente que prefiere no conocerla. También hay gente que elige “su verdad” en función de sus intereses. Gente que acepta como buena una verdad que sabe sesgada porque apacigua su necesidad de respuestas. Pienso que todos, absolutamente todos, estamos equivocados. No existe la verdad, o como mucho existe en un momento espacio-temporal concreto. Basamos nuestras creencias en nuestros conocimientos, y la historia ha demostrado que estos conocimientos evolucionan y nos demuestran, un día tras otro, el error de muchas de nuestras creencias. El problema es aceptar el error, tener que cambiar algo en lo que hemos creído durante mucho tiempo trastoca nuestro mundo y nuestra percepción de las cosas. Muchas veces nos aferramos a “nuestra verdad” a pesar de ver claramente el peso de los argumentos que nos la “tumban” por no llevar a cabo ese duro proceso de cambio de creencias.

Partiendo, además y sobre todo, de que la información con la que contamos en cualquier tema es sesgada y casi siempre alejada de la objetividad, es muy difícil estar en posesión de ninguna verdad absoluta. Casi siempre es todo cuestión de puntos de vista, cuando no consecuencia del momento evolutivo en que nos encontramos. Antiguos imposibles son hoy realidades tangibles al alcance de cualquiera. Tendemos a negar para protegernos, o a escoger verdades a medida. Lo hacemos con las creencias religiosas o espirituales, políticas, nuestros principios, etc. Construimos “verdades a la carta” para sujetar nuestro castillo de naipes mental. El esfuerzo de construir un entorno lo más cercano a saber algo parecido a la verdad resulta muy costoso.



Ayer vi un documental del que había oído hablar muchas veces: Zeitgeist. Partiendo de la base de que, a priori, pertenece a un movimiento contracultural y anti-sistema, reconozco mi predisposición a aceptar como cierto lo que allí iban a contarme. Y lo flipé, muchísimo, y sigo creyendo que muchas de las cosas que se cuentan en ese documental o muchos de los mensajes que se transmiten, tienen validez, pero, y aquí es donde viene el detonante de esta reflexión, algo me resultaba “demasiado perfecto”, demasiado acorde a lo que necesitamos o queremos creer los que creemos que nos la están dando con queso y que no alcanzamos a imaginar cuan grande es la mentira del mundo occidental.

Me puse a investigar por internet acerca de dicho documental y no tardé ni 5 minutos en encontrar infinidad de voces a favor y en contra de dicho movimiento. Entre ellos me llamó la atención un foro en el que dos personas se han encargado de hacer una disección exhaustiva, con datos, de muchas de las “verdades” que se vierten en dicho documental, y es triste comprobar cómo la información sesgada y partidista viene de todos lados. Acercarse a la verdad requiere curiosidad, tiempo, pero sobretodo interés por conocerla y no quedarnos con lo primero que nos cuentan.



Las redes sociales no dejan de ponernos ejemplos de cómo las cosas se sacan de contexto, de cómo la gente crucifica a cualquiera por una frase más o menos afortunada totalmente descontextualizada. Hay que informarse, por nosotros, para, huyendo de las mentiras de unos, no acabar creyendo las de otros, para no ser manipulados. No caer en la tentación de dejarnos llevar por lo que concuerda con nuestros principios sin ponerlo en duda. La duda es la base de todo aprendizaje y conocimiento y es lo único honesto que está en nuestras manos hacer para acercarnos a esa utopía llamada verdad.

Joel Reyes