domingo, 28 de marzo de 2010

La Espiga, Córdoba.

3 de diciembre. Destino: Córdoba. A Ramonet lo tengo frito, pero para los que no lo sepan, diré que ahí, en Córdoba, están mis raíces, de ahí, de Córdoba, son mi padres (concretamente de Carcabuey) y casi toda mi familia, que ahí, en Córdoba, aún no había tocado nunca y que en Córdoba es uno de los sitios del mundo donde más ganas tenía de tocar. Salimos de Granada con lluvia pero a medida que nos acercamos a la ciudad de la Mezquita (y tantas cosas bonitas), el cielo empieza a abrirse. Buena señal. Llegamos a casa de mi primo Manuel Reyes (batería de Medina Azahara) y vivimos uno de los primeros momentos emocionantes de tantos que viviremos en los próximos dos días. En el salón de su casa, discos de oro, de platino, premios… estamos como dos niños pequeños y decidimos hacernos una foto con dos flamantes Premios de la Música que adornan uno de los muebles. ¡Como pesan! Ya estamos contentos. Si es que somos asín. Hacemos una parada técnica para tomarnos el primer fino del día. Ramonet no lo ha probado nunca, a mi me retrotrae a los momentos con mi familia, con mis padres, con mis primos. Me siento feliz. Después a comer al Rinconcillo, al bar de Toñi. ¡Dios mío!, ¡como cocina esa mujer!. A las 3 de la tarde Ramonet y yo nos decimos que la crónica de Córdoba va a ser bien larga. Demasiadas cosas que explicar. Apenas tenemos tiempo para una ducha y salimos zumbando para hacer una entrevista y un acústico en Onda Cero Córdoba. Visto y no visto y a La Espiga, que es el lugar donde actuamos esa noche. Apenas llegamos nos recibe Rafi, que desde ya es mi prima segunda. Todo tiene su explicación. Una de mis primas se llama Rafi. A media tarde recibo una llamada de Rafi (La Espiga) y yo creo que es mi prima. Tras unos minutos de desconcierto y diálogo de besugos se deshace el entuerto. Es lo que tiene ser un Malacabeza. Nos encontramos muy a gusto desde el minuto uno y la noche promete. El sitio es acogedor y también nos recuerda al Libertad 8, de hecho, en las fotos lo parece. Llega la hora del concierto y reconozco que las mariposas aparecen. Es un día muy especial para mi. Es la primera vez que actúa en Córdoba y la primera vez que lo haré ante gran parte de mi familia. Empiezan a llegar mis primos, la familia ha crecido mucho, en todos los sentidos. Los que eran niños ahora son hombres y mujeres que quitan el hipo, algunos han cambiado los Pokemon por cordobesas de ojos impresionantes. Los nervios ya son un hecho, pero me siento muy feliz. El local se empieza a llenar y llega la hora de la verdad. Sabemos que es un día especial y así lo afrontamos, con ganas y una sonrisa en los labios. Los temas van cayendo y la gente nos acompaña en el viaje. El respeto y la guasa se alternan a partes iguales. Estamos muy a gusto y la gente también. Lo demuestran las sonrisas que todo el mundo dibuja. Nos sentimos valientes y seguros y cuando llega el momento de “La bien pagá” y “Báilame el agua”, me siento muy seguro y con ganas de dejarme el alma en cada nota. Mi familia me lleva en volandas y los piropos hacen que se les vea el plumero. El final del concierto en generoso en aplausos y sonrisas. No se puede pedir más. En los bises vale todo. Me atrevo a desafiar al silencio con un “Si supieras” sin micro ni amplificación. El silencio me presta sus oídos. Se me pone la piel de gallina y disfruto de cada segundo del tema. La gente ya ha cedido a cualquier estímulo. Acabamos con ese conjura multitudinario en el que se está convirtiendo “Todo va a salir bien” con todo el mundo cantando con nosotros. Ni en mis mejores sueños lo habría imaginado así. Tras el concierto nos desborda la reacción de la gente. Acabamos con los discos, se nos quedan cortos. Rafa, un músico local se lleva 5 para regalar a su gente y nos deja la promesa de aparecer por el Libertad el día 9. Nos pasamos un buen rato firmando y haciéndonos fotos. Es, sin duda alguna, una de las mejores noches desde que la gira ha comenzado. Se quedará en mi recuerdo de por vida. Hacemos un intercambio de discos: Malacabeza y Rakel Winchester ya estamos hermanados. Rakel es también una peleona, se ve a la legua. Gracias a Rafi, Ricardo, Rabel y Jose, y gracias a mi familia por una noche inolvidable. Para terminar esta crónica, una frase para la historia de mi primo Marcos: “¡Viva Van Morrison y los Reyes!”. ¡Qué arte! Esta crónica debía llevar el suplemento del día después. No había concierto, pero no podemos callar que estuvimos de visita por Córdoba, que visitamos la Mezquita, los jardines de los Alcázares, que nos leyeron la mano (picamos como chinos), que comimos de escándalo en el Rincón de las Beatillas y que descubrimos la gracia y el arte de Patri (mi primita reconvertida en belleza cordobesa, ¡como pasa el tiempo!), que ejerció de anfitriona y nos llevó de lujo por cada rincón que queríamos visitar. Por la noche, con el cansancio por bandera, aún quedaron fuerzas para un picoteo en Mesón “El pelao”, donde Javi y María nos trataron de lujo, nos cosieron a chupitos, pincharon el disco y se declararon fans oficiales de Malacabeza desde ese día. ¡Qué coquinas se comen en ese lugar!. Qué duende y qué arte se esconde en cada rincón de esta ciudad y cómo nos han tratado. Aún quedaba una última copa en el Café de la Luna, que esperamos sea el próximo escenario que pisemos en Córdoba, un escenario que ha pisado gente muy grande. En sus paredes guitarras, fotos y firmas de gente como Sabina, Loquillo, Antonio Vega, Medina Azahara, Pereza, Santana, Quique Gonzalez… casi ná al aparato. Gracias, Córdoba. Gracias, familia. Volveremos pronto, muy pronto. Ha sido grande, muy grande.

1 comentario:

  1. Hola guapos! Aquí Rafi,la prima segunda. XD. Os mando un beso de parte de todos,preciosa crónica! Esperamos que se repita igual o mejor! Tenemos muchas ganas de escucharos y veros! Sois geniales!
    Salud! :)

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