martes, 25 de mayo de 2010

La Campana de los perdidos, 2ª parte

El viernes, 18 de diciembre, nos permite, por una vez, disfrutar de la ciudad. Paseamos sin rumbo fijo y disfrutamos de una ciudad viva, alegre e imbuida por el espíritu forzado de la navidad. Todos como locos a comprar por obra y gracia de los grandes almacenes. Robots programados para seguir las órdenes dictadas. Nosotros decidimos darnos un homenaje culinario y nos vamos a comer a un buffet libre japonés. Lo autoproclamamos nuestra comida de empresa. Que nos quiten lo bailao. Nos ponemos finos, comemos hasta reventar porque todo está de lujo. Creo que necesitamos una siesta. Hay consenso. En el camino nos encontramos con un sitio precioso: El Rock & Blues, una parada técnica para un café y conseguir el contacto para futuras visitas. Prometemos regresar tras el concierto para tomar una copa. Seguimos sacando partido al hotel y se nos va la tarde vagueando. Vamos a la Campana a chequear y después a picar algo. Hay saturación del atracón del mediodía. Llega el momento de la actuación y nos llevamos la primera de toda la gira. No ha entrado nadie. Apuramos el reloj y Rodo decide suspender. No, no es justo, ni para él ni para nosotros. No es justo que la gente que apuesta por la música de esa manera no tenga más respuesta por parte de la clientela. Es una noche triste, pero es justo contar también estas cosas, podríamos decir que estuvo genial pero no engañaríamos a nadie más que a nosotros mismos, y esto es un diario de gira que pretende enseñar lo bonito y lo menos bonito de la vida de un par de músicos que se dejan los huevos por hacer aquello que les hace felices. De estos también se aprende. Nos tomamos un par de copas con Rodo y se une Miguel Ángel, uno de los que asistió el día anterior y que por una afortunada desgracia no ha podido llegar a tiempo. Un autobús ha atropellado a su hijo, pero afortunadamente todo ha sido un susto sin consecuencias, a pesar de lo rotundo del hecho. Es un buen motivo para brindar, por su hijo, por la música, por los románticos y por la bendita locura que hace que sigamos al pie del cañón, pese a quien pese, caiga quien caiga, a pesar de esto, a pesar de todo. Como lo prometido es deuda, nos vamos a tomar la última al Rock & Blues y la última se convierte en unas cuantas. Conocemos a Gabi y Carlos, músicos, como no, y la cosa se complica. Acabamos cerrando el bar pero lo pasamos de lujo. Prometemos que la próxima visita será en ese bar y quien sabe, tal vez con Gabi a la guitarra y Carlos a la batería. Queda pendiente y me da que la cosa funcionaría, somos cuatro locos valientes o cuatro irresponsables y nos atrevemos con todo. Al tiempo. La noche, a pesar de todo o gracias a ello, volvió a valer mucho la pena. Volveremos, Zaragoza, no lo dudes. Joel Reyes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario