jueves, 7 de marzo de 2013

OLA KE ASE

Vale, como chiste tiene su gracia (al título, me refiero), yo también me reí la primera vez que me lo enviaron, pero es este un tema que, reconozco, puede levantar ampollas e incomodar a más de uno, así como suponerme algún pitido de oídos o guantazo dialéctico, pero es algo superior a mí y en los últimos días he asistido a tantos ejemplos, que no puedo ni quiero evitar dar mi opinión al respecto.

Dicen que nuestros actos nos definen, yo añadiría que nuestras palabras también lo hacen. Partiendo de la base que en la inmensa mayoría de los casos, hablamos de más (yo el primero), también hablamos mal y escribimos mucho, muchísimo peor.



Vivimos en el tiempo de internet: Facebook, Twitter, Whasapp, etc., el tiempo en que cualquiera puede decirle a su “churri” lo mucho que le “kiere”, opinar sobre cualquier tema, por muy truculento que sea o poner a parir al futbolista o famoso de turno en los programas de televisión. No parece importarnos la imagen que nuestra escritura da de nosotros. La falta de interés que muestra. El “éxito” de la ignorancia y la vulgaridad en televisión han hecho que muchos hagan bandera de ello y tachen las buenas formas como síntoma de arrogancia, prepotencia o pijerío.

Habrá quien opine que la forma no tiene nada que ver con el fondo, y estoy de acuerdo. Soy de los que piensan que no puedes utilizar una mala escritura como argumento para desprestigiar un buen razonamiento, pero si entiendo que esa mala escritura resta mucha credibilidad a nuestras palabras.

Creo que todos tenemos claro que hay mucha sabiduría en personas que jamás han tenido acceso a una educación “institucional”, pero si dice mucho de, si está en nuestras manos, el respeto por hacer bien o no las cosas. Hay muchas circunstancias que nos llevan a escribir mal. En mi opinión, tan sólo una debería tener algo de validez; la falta de oportunidad de haber tenido acceso a una educación, que en tiempo de nuestros padres podría tener más sentido, pero no hoy en día en el que (casi) todos tenemos acceso a una educación (la calidad y validez de la misma sería otro tema). El resto no cuela. Todos podemos, en mayor o menor medida, cometer faltas, pero de ahí a sodomizar constantemente y de la manera más gratuita el lenguaje, hay un trecho.



El argumento de defensa suele ser en muchas ocasiones el de “yo ejkrivo komo kiero”, cuando no el también muy manido “sé perfectamente cómo se escribe pero lo hago por abreviar o por las prisas”. Sí, vale, todos nos dejamos acentos o letras cuando escribimos por whasapp por ir más rápido, o por las prisas, pero de ahí a poner un “ola” como saludo, sin h, o cambiar b por v con total alegría va un camino muy largo, y el problema es el hábito y la duda que este provoca.

Obviamente, cada cual puede escribir como quiera o como pueda, no es un delito, sólo intento decir que cuidar el lenguaje es cuidar nuestro canal de comunicación y que este dice mucho de la sociedad que estamos construyendo entre todos.

Tengo buenos amigos profesores que ponen a diario toda su pasión y compromiso en hacer bien su trabajo y educar, que saben que el conocimiento es un arma muy poderosa, a pesar de todas las trabas que reciben por parte de nuestro “protector” sistema.

El cariño a la hora de escribir habla del cariño y la importancia que le damos a lo que somos y al valor de hacer las cosas de la mejor manera que sabemos. Y renunciar a nuestra educación y no darle valor nos hace más débiles y manejables, no querer verlo es un acto legítimo y libre, protestar por ello, también.

Joel Reyes

2 comentarios:

  1. jajajajajajjaaja vale soy un poco cafre ... pero lo que más me ha gustado del razonamiento, aparte de que estoy completamente de acuerdo ... ha sido esto "pero de ahí a sodomizar constantemente y de la manera más gratuita el lenguaje" :P

    ABRAZOS

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  2. ME encantó!!!!!! un aplauso para ti Yoel ;) ajajajjaa (sé que es Joel)

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