lunes, 15 de febrero de 2010

Sala Varadero

Domingo, 29 de noviembre. Hoy toca Gandía. Sala Varadero. Tocamos con Amaro Ferreiro, hermano del ex pirata Iván, a las 19h, justo a la hora que empieza el Barça-Madrid. David contra Goliat. Veremos. Al llegar a Gandía nos saluda la lluvia y un frío pertinaz que cala los huesos. Conocemos a Emili, Jordi (que me recuerda de la época Baked Beans y nuestro single “Join with us”) al resto de la gente de La Nit, que han organizado el concierto y también a Nacho, el dueño del bar, un tipo vivo que habla bastante deprisa y que intenta en todo momento que estemos a gusto. Nos presentan a Amaro y a Paula, su chica, creo. Amaro es amable y tímido también prudente y menudo. Las calles y los alrededores están desiertos. Es lo que tienen los pueblos costeros en invierno, es lo que tiene un Barça-Madrid. Llega la hora de salir a tocar y somos pocos, como era de prever, pero somos, que no es poco. La gente que está, eso si, ha venido a vernos, a escucharnos. El sitio es precioso, el sonido perfecto. Tenemos 45 minutos para enseñar lo que somos. Decidimos abrir con “Extraña forma de querer” en lugar de con nuestro habitual “Bienvenidos a mi mundo”, no se bien porqué, tal vez el ambiente me invita a un concierto más intimista. Poco a poco nos vamos soltando, aunque cuesta, el ambiente es solemne y atento. La gente hace amagos de participar pero nadie quiere ser el primero, a pesar de que se ven intenciones de movimiento y pies y manos que juguetean siguiendo el ritmo. Tengo la sensación de que hemos convencido, también que podríamos haber hecho más. Concierto correcto, que no es poco. Tras eso disfrutamos del concierto de Amaro mientras saboreamos un Ron antes de salir rumbo a Madrid, como quién no quiere la cosa. El concierto es íntimo y tranquilo, con momentos intensos y contenidos a partes iguales. Nos quedamos con una especie de ranchera que se marca en la última parte del concierto. Nos vemos por ahí, Amaro. Un placer. Fin del concierto, unas fotos, unos abrazos y rumbo a Madrid. El peso del cansancio cae de golpe sobre nosotros y paramos a cenar en condiciones cuando no llevamos demasiado rato de camino. Ramonet y Frankie se portan como campeones, yo menos, todo hay que decirlo, y a eso de las 3.30h de la mañana llegamos a Madrid. Rotos, con telarañas en los bolsillos, pero satisfechos y sabedores de que este es el único camino para seguir haciendo lo que nos gusta. Trabajar, trabajar, trabajar. Por cierto, el Barça ha ganado 1-0, encima. A dormir.

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