domingo, 26 de diciembre de 2010

ANTES ROTO QUE TORCIDO

Hoy no toca crónica de trabajo. Como decía en la última, esto del blog ejerce en mi una función de terapia que no puedo, ni quiero dejar escapar. Son días, estos, de reflexión, de buenos propósitos, de promesas de cambio, de un reblandecimiento de alma y corazón, de una tregua en la batalla de la vida. Para los que somos dados a pensar más de la cuenta, estos días en los que hay más tiempo de observación y reflexión, traen pensamientos y preguntas que tan sólo nosotros mismos podemos o debemos respondernos. Todos, consciente o inconscientemente, buscamos el sentido de la vida, de nuestra vida. Cada uno a su manera. Los hay que simplemente se dejan llevar, los hay que toman como ejemplo lo que tienen más a mano y lo hacen suyo, los hay que siguen lo establecido como doctrina, pues, como se suele decir, si algo funciona, para que cambiarlo, y los hay que se cuestionan “lo que debe ser”, lo que se acepta como verdad, “lo más sensato”. Hoy en día soñar es símbolo de inmadurez, de adolescencia inconsciente, de no saber de la vida. Lo dije una vez y lo repito hoy. La madurez está sobrevalorada. Si la madurez implica renunciar a los sueños, reniego de “esa” madurez. Los sueños tienen que ser grandes para no perderlos de vista (esta frase es de Ramonet, que conste en acta, o al menos yo se la he oído al él), renunciar a los sueños es buscar excusas. Un sueño implica en si mismo una lucha, y es esa lucha la que no todo el mundo está dispuesto a librar, no es fácil ser fiel a los sueños y a aquello en lo que creemos. Luchar por los sueños implica un esfuerzo grande y muchas renuncias, el que deja de soñar, renuncia, el que sigue sus sueños, también, son precios diferentes, pero ambas opciones implican un pago. Hay quién tacha a los soñadores de irresponsables, de cómodos, de vagos o vividores. La comodidad también puede ser el renunciar y dejarse llevar por la seguridad, todo es cuestión de puntos de vista. No pretendo adoctrinar a nadie, aunque releyendo lo escrito pueda parecerlo. Ya sabéis, los que seguís este blog, que suelo divagar. Toda esta incoherente reflexión tiene un fin al que debo reconducirme. Quiero hablar de los símbolos. Todos tenemos nuestros símbolos, nuestros puntos de referencia, la piedra en torno a la cual construimos lo que somos, para bien y para mal. Creo que estas fiestas son un ejemplo de simbolismo. Mantenemos los símbolos, aún sabiendo de todas sus trampas. Envidiamos la ilusión de los niños, su pureza, sus creencias… sinceras, inocentes… tan ilusas como maravillosas. Necesitamos símbolos. Los símbolos nos mantienen vivos, mantienen nuestra esperanza, y eso son los sueños, un símbolo. Los locos e inconscientes son necesarios para no dejar de creer en que hay vida más allá de la mediocridad. Que cada cual elija su camino, pero que conozca las opciones y que decida en consecuencia. Hay muchos universos, pero todos habitan en este. Esta mañana leía uno de esos resúmenes del año en el que se destacan personajes importantes en la vida pública. Es la gente que hace cosas que creemos imposibles, o que seríamos incapaces de hacer o INTENTAR la que despierta nuestra admiración. Gente que entrega su vida por un ideal, por una creencia, por mantener viva su dignidad, una palabra tan trillada como usurpada. Gente como Sun Kyi, lider birmana que, teniendo una vida acomodada decidió ponerla a los pies de los caballos del régimen de su país para intentar conseguir la libertad de un pueblo, por el que, años antes, su padre había muerto. ¿El precio? Años de no poder ver a sus hijos, a sus nietos, de sacrificar su vida por un ideal a cambio de mantener intacta su dignidad, Liu Xiaobo, premio Nobel de la Paz 2010, o Marisol Valles, una niña de apenas 20 años que, en su osadía adolescente, se ha puesto a cargo de la lucha contra el narcotráfico en Chihuahua (Méjico), firmando una, más que probable, sentencia de muerte, pero aferrada a la creencia de que es mejor romperse a vivir torcido, arder que apagarse poco a poco. No, yo no sería capaz de semejante sacrificio, ni yo ni la gran mayoría de los mortales, pero es esa gente la que marca la diferencia. La que nos enseña que hay otros caminos. Son individuos que renuncian a si mismos por una causa. Se convierten en símbolos. Ejemplos de que, por encima de nuestra insignificante condición humana, hay gestos que dan sentido a la vida de mucha gente. Los más vivimos de puntillas para no hacer demasiado ruido. El ser humano es frágil por naturaleza, y hoy en día, en el que el sistema te engulle, más aún, pero es el ser humano el único capaz de mantener la llama. Capaz de lo mejor y de lo peor. Los sueños son necesarios, mientras hay sueños hay vida. El resto es un dejarse llevar esperando el desenlace. Dicen que los sueños jamás se cumplen, pero que nunca puedan prohibirte soñar. Los soñadores somos tan prescindibles como necesarios. Hay quien nos teme, no por nuestro poder, que es nulo, sino por miedo a comprobar que estábamos en lo cierto, que en algunas ocasiones, solo en algunas ocasiones, los sueños se cumplen. El soñador es incómodo. Está claro que no hay sitio para que todos los sueños se cumplan, pero solo si sueñas tienes esa posibilidad. Y cada día hay sueños que se cumplen. No dejemos de soñar. Es la única manera de “sentir” que estamos vivos. Rendirse es la opción fácil. Reconducir nuestros sueños es la opción que yo elijo, los sueños son tan adaptativos como el propio ser humano, mutan, pero no por ello deben desaparecer de nuestro horizonte. No me creo en posesión de la verdad, cada individuo elije la suya como modo de supervivencia. Nuestro cerebro nos protege haciéndonos creer que la fortaleza que hemos creado con nuestras creencias es la mejor que podíamos construir. Solo siendo sinceros con nosotros mismos podemos alcanzar la paz interior, la única que está en nuestra mano, la que hará que lo que proyectamos a los demás pueda aportarles algo positivo, la que hará que nuestro paso por la vida sea algo más que un paseo silencioso. Joel Reyes. (P.D.: Después de releer el texto, quiero incidir en que, este, ha sido escrito sin sustancias estupefacientes de por medio, por si acaso).

6 comentarios:

  1. Joder Joel, escalofriante, con el bello como chuzos, pero que cojones, estoy contigo, como no podía ser de otra manera. Nunca es tarde para soñar ... Rafa.

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  2. Si señor.
    NUNCA DEJEMOS DE SOÑAR O CAEREMOS EN UN ABISMO DE RUTINA Y NOS APAGAREMOS.

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  3. bravo Joel! totalmente de acuerdo. Un abrazo. Mario Valladolid-Madrid

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  4. Que grande eres Joel, sólo alguien capaz de hacer este tipo de reflexiones puede hacer canciones grandes...benditos tus sueños, porque somos partícipes de ellos. Ana

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  5. Joder Joel, que me he enganxado a leerte jejeje, yo tb escribi muxisimo, y me sirvio de terapia... Sigue que lo haces muy bien. Y cuando filosofeas... es mi debilidad, asi que añado una frase SUEÑA SIN MIEDOS, el miedo es una de las cosas que no nos deja soñar ;) YOLA(tgna)

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